Poca seguridad, mucha convicción

Que mejor manera de empezar una meditación acerca de la redundancia que utilizar un encabezado digno de ella. Básicamente los seres humanos somos reiteración pura: señalar en otros lo que somos o lo que muy dentro aborrecemos de nosotros mismos no es, a mi parecer, pura casualidad.

Reflejamos nuestros miedos bajo un mecanismo de defensa obsoleto, expuesto ante el mundo desde períodos remotos, pero ¿Por qué sostenemos el ciclo si aparentemente somos conscientes de su existencia? Tal vez se debe al constante temor al rechazo social, el temor a exponer nuestra verdadera naturaleza por encontrarnos «solos». Los sinceros u espontáneos son clasificados como audaces extremos o faltos de madurez ¿Pero en caso tal no es una falta de prudencia o sensatez el no mostrarte abiertamente conforme hacia tus verdaderos pensamientos?

Como piezas automatizadas de la sociedad señalamos (a veces “in-” y otras conscientemente) a aquellos que intrépidos que expresan sus inquietudes y predilecciones; si analizamos atentamente nos percatamos que, de este punto, parten los estereotipos que tanto mal han ocasionado a la raza humana.

He aquí algunas consideraciones en torno al tema:

  • El primer paso para aceptarnos a nosotros mismos es definitivamente el autodescubrimiento. Para dejar la mimética debemos definir a nuestro ser así como un libro esboza las caracteristicas de sus personajes; colocar una lupa sobre los recuerdos que esboza un contagioso gesto hilarante en nuestro rostro, una lágrima correr de nuestro lagrimal (otra frase para la redundancia), etc.
  • En el fondo señalamos lo que somos o lo que muy en el fondo anhelamos ser.
  • Sabemos que ser nosotros mismos es la mejor opción ¿Entonces por qué seguir buscándonos a “nosotros” en otros?

“Puedo enseñarle a cualquier persona cómo conseguir lo que quiere en la vida. El problema es que no puedo encontrar a quien pueda decirme qué es lo que quiere” – Mark Twain

Profundo…pero no tanto

Existe un centenar de poetas, filósofos que manejan las reflexiones de Platón, Ludwig Wittgenstein y demás a la perfección; artistas del lenguaje y la expresión a través de imágenes. Pero más allá de eso, se encuentra un grupo, que llamaré arbitrariamente «reducido» dado que conozco pocos que actúen según estás características.

Personas cuyos cuestionamientos sobre la vida, aunque un tanto profundos, buscan simplificar y dar razonamientos válidos a tópicos que suelen ser dramatizados hasta tal punto que llegan a confundir incluso al mismo autor.

Estás personas no conocen de pies a cabeza la historia de los máximos expositores de la música, fotografía, danza contemporánea, etc…conocen puntos claves del propósito y móvil de sus creadores, conocen la importancia de cada práctica para la formación de mejores seres humanos.

Valoran la educación académica, pero dan más valor a la formación de los humanos como verdaderos seres comprensivos y reflexivos.

Personas simples, humildes, luchadoras por la justicia y la coherencia del discurso pro-igualdad; estos seres nos recuerdan la importancia de la simplicidad, como el «razonar» exageradamente nos mantiene en un circulo vicioso, evidentemente innecesario.

Ser humanos conlleva cuestionamientos, disyuntivas, desacuerdos, contrariedades, deliberaciones, conmiseración, desalientos…la clave está en abreviar, compendiar…simplificar. El secreto está en ser profundos…pero no tanto.

«Se debe hacer todo tan sencillo como sea posible, pero no más sencillo.»
Albert Einstein

¿Biotecnología Industrial o Comunicación Social?

¿Gris o Verde?
¿7 u 11?
¿Soul o Dark Wave?

No es secreto para nadie que la vida en general esta basada en las elecciones que tomamos. Estás elecciones nos caracterizan, o por lo menos dan a los espectadores una vista sugerida de nuestra persona y los intereses que van con ella; más curioso es como algo tan vital y tan común puede complicar nuestras vidas hasta tal punto de destruir o crear una resolución totalmente atípica a la deseada.

Lo vimos en nuestros padres, cuando eligieron los juguetes que (aunque suene un tanto absurdo), contribuyeron en nuestra formación como personas y profesionales. La cuestión es la siguiente: muchas veces estas decisiones (que deben estar basadas en los deseos reales del ser pensante) se ven influenciadas por fantasmas, paradigmas o creencias que buscan llenar vacíos emocionales propios, lo que nos llevará sin lugar a duda a: ninguna parte.

¿Por qué a ninguna parte? Porque aunque logres alcanzar la meta deseada, si de un principio no pudiste llenar el vacío con otros agentes externos ¿Qué te hace pensar que una vez obtenido «el éxito» no buscarás un nuevo límite, probablemente inalcanzable, solo para tratar de evitar enfrentar el verdadero problema?

Viniendo de una persona que tuvo muchas dudas con respecto a la elección de su carrera profesional (exactamente: yo), esa seguridad en la toma de decisiones, por lo menos en ese ámbito, está en analizar lo que te gusta, las actividades, las conversaciones que normalmente despiertan interés en ti, y por último ver como todas estas convergen en un tema único y predominante, en mi caso, el enfoque social.

Sea cuál sea la decisión, esté «predestinada» o no (esto depende de tus creencias religiosas), lo importante es entender que permitiendo emociones como el miedo, odio, e incluso el amor de momento, influyan en el siguiente paso a dar, ponemos en riesgo lo que somos y lo que pretendemos ser; suena exagerado, pero una vez que observamos detenidamente a donde nos llevaron cada una de nuestras elecciones (hablar o no hablar, preguntar o no preguntar, ser sinceros o dejar todo fluir) entendemos la certeza que yace en esto.

Primero, localizamos los vacíos emocionales (no te engañes a ti mismo, todo el mundo posee traumas y esto no es un secreto)
Segundo, analizamos de donde nace esto.
Tercero, entendemos lo más importante: eso no nos define.
Cuarto, vivimos.

Opciones, decisiones y caminos.

Cada acción y deseo propio de hombres y mujeres tendrán siempre el mismo objetivo: Ser Feliz.

Aceptar las selecciones pasadas con orgullo, pues son nuestras.

Políticos pasan…

Evidente momento de transiciones para Venezuela, donde merman los dolores, juicios de valor, opiniones encontradas que llevan a enfrentamientos y el simple sentimiento generalizado de la expectativa y el vacío de poder.
No me encuentro aquí con el objetivo de juzgar las acciones del gobierno actual, ni de apoyarlas. Me encuentro aquí para expresar algo, que para mí es inevitable no sentir (quién siente profundo amor y respeto por nuestro país), esto es la incertidumbre sobre qué ocurrirá ahora, tras el fallecimiento del primer mandatario nacional, Hugo Rafael Chávez Frías. Siempre he pensado que la mejor política es la que evita caer en radicalismos y no fantasea con una realidad alterna, aquella que enfrenta las cosas sin embellecer o demonizar los acontecimientos, cosa que es casi imposible en nuestro país.
Se ha hablado de oportunidades de cambio, se ha hablado de paz, pero hay que ser sinceros: no podemos esperar que los “líderes” opositores u oficialistas actúen contra un comportamiento que ha caracterizado (con mucho pesar y dolor para todos nosotros) a nuestra nación, que es el conformismo, el resentimiento y la espera a que otros nos otorguen lo que debemos obtener gracias al empuje propio perteneciente al querer superarse. Por poco lo olvido: junto al resentimiento esta la intolerancia.
Aclaro que nuestro país posee cuantiosas virtudes, una de las más evidentes es la esperanza, el calor humano que, una vez apartadas las diferencias, nos demuestra que todo sería más sencillo si se aplican esos discursos de tolerancia con las personas de bajos y altos recursos económicos, con las personas que poseen una discapacidad motora, incluso con aquellos que muestran en un principio cierta renuencia, demostrándoles poco a poco que de verdad todos tenemos los mismos derechos y deberes.
Teorías
“Chávez fallece a las 07:00am del martes”
“El líder revolucionario muere a las 04:25pm”
“Chávez ya estaba muerto desde hace tiempo”
Cualquiera fuese de las anteriores no cambia el hecho que la intolerancia viene desde abajo, y mientras el pueblo se enfrenta los políticos (TODOS) se estrechan la mano una vez que están uno frente a otro.
Puede sonar algo fantasioso, pero considero esto: el pueblo tiene el deber de ilustrar a los políticos, ser ejemplo de pasividad para que no quede duda y mucho menos espacio para los discursos de odio fraterno. Se resume en actuar coherentemente con respecto a los mensajes de progreso y las ansías de superación que dice tener.
Los políticos pasan, pero el pueblo define la historia con sus elecciones, acertadas o no…

Imagen

«No niego los derechos de la democracia; pero no me hago ilusiones respecto al uso que se hará de esos derechos
mientras escasee la sabiduría y abunde el orgullo.»

Henry F. Amiel (1821-1881)

Carta de Presentación

Esto es más sencillo de lo que parece. Me identifico como Andreina, tengo casi 21 años, y como buen ser humano me cuestiono las ocurrencias de la vida. La dinámica de este espacio es muy sencilla. Me siento, escribo, expreso mis sentimientos esperando encontrar lo que busco (sin saber exactamente que es).

Podría describir mi personalidad, mis creencias y estado mental en general, pero prefiero dejar que mi redacción marque una imagen en cada persona que lea esta página. Me limito a decir: bienvenidos seres pensantes!

Acotación: eventualmente podrán ver una mezcla entre notas curiosas, preguntas de la vida, o simples incoherencias, parte de lo que comprende mi personalidad.